El aguacate, el aceite de oliva, el brócoli o las nueces, son alimentos que todos sabemos que están llenos de bondades. Pero en el otro extremo nos encontramos con otros alimentos que no nos parecen precisamente saludables ni adecuados para incluirlos en nuestra dieta. Pero, ¿y si nos equivocamos? Estos son seis productos que a menudo se consideran malos para la salud, pero que realmente no lo son tanto.
Carne roja, aporte de proteína, hierro y vitaminas
Durante años se ha insistido en reducir la carne roja por su supuesta relación con enfermedades crónicas, incluido el cáncer. Sin embargo, la realidad es que no hay consenso científico que vincule un consumo moderado de carne roja con mayores riesgos de salud. Y menos aún cuando eliges cortes frescos y sin procesar, que son una fuente de proteína de alto valor biológico, hierro de fácil absorción, zinc y vitamina B12, esencial para tu energía y tu sistema nervioso. La clave está en no exceder las tres raciones semanales (unos 300–375 g en total), alternando con carne blanca y fuentes vegetales de proteína.
Café, mucho más que un estimulante para mantenerte despierto
Es cierto que la cafeína, tomada en exceso, puede alterar el sueño o generar nerviosismo. Pero tomar dos o tres tazas al día está considerado seguro para la mayoría de adultos y aporta más beneficios que perjuicios.
Por ejemplo, el café es rico en antioxidantes fenólicos que combaten el estrés oxidativo y, según diversos estudios, su consumo moderado se asocia con un menor riesgo de enfermedad de Parkinson, ciertos tipos de cáncer, diabetes tipo 2 e incluso problemas cardiovasculares. Además, te despierta la mente y puede mejorar la concentración sin necesidad de azúcares añadidos.
Huevos, toda una una joya
Seguro que te suena eso de que los huevos dan colesterol. Pero hoy sabemos que este tipo de colesterol apenas eleva el colesterol sanguíneo en personas sanas. Por otra parte, un huevo aporta unos 6 g de proteína completa y nutrientes clave como colina (vital para la memoria y el desarrollo cerebral) y antioxidantes oculares (luteína y zeaxantina). Por lo que incorporar uno al día en tu desayuno o ensalada, no solo satisface sino que nutre en profundidad.
Lácteos enteros, otros alimentos que no son tan perjudiciales como creemos
En las últimas décadas dimos prioridad a las leches y yogures desnatados para evitar las grasas saturadas. No obstante, las investigaciones más recientes sugieren que los lácteos enteros podrían ayudar a mantener a raya la obesidad y regular la glucemia, en parte gracias a sus vitaminas liposolubles (A, D, E, K) que se pierden en las versiones bajas en grasa.
Patatas, un tubérculo lleno de sorpresas
Lejos de ser un “carbohidrato vacío”, la patata es un alimento muy versátil y nutritivo. Aporta vitamina C, potasio, fibra y compuestos antioxidantes que protegen tus vasos sanguíneos y reducen la inflamación. Su almidón resistente actúa como prebiótico, alimentando las bacterias buenas de tu intestino. El truco para mantener sus beneficios y no disparar las calorías es cocinarla al vapor, al horno o al microondas, evitando las frituras que multiplican su aporte calórico.
Chocolate negro, un placer que te puedes permitir
No todos los chocolates son iguales. El chocolate negro, con al menos un 70 % de cacao, ofrece flavonoides que mejoran la circulación y la función cerebral, además de reducir marcadores de inflamación. Al ser muy sabroso, basta con unas onzas diarias para disfrutarlo sin excederse en calorías. Evita el chocolate con leche o el blanco, que contienen más azúcares y menos cacao puro, y elige siempre una versión con poco o ningún azúcar añadido.
Con moderación y variedad
Como ves, estos seis alimentos han cargado con más culpas de las que realmente merecen. Y aunque no sean imprescindibles, todos pueden formar parte de una dieta equilibrada, especialmente si se combinan con verduras, frutas, legumbres, cereales integrales y un ejercicio regular.